Eres tierra, poción, memoria, mito,
culto en la danza y fiesta en el sustento,
pero ellos te imputaron el delito
de ser otro y ser libre como el viento.
Te lucieron colectivo anonimato
sin rostro, sin historia, sin futuro,
vitrina de museo, folclor barato,
rebelde muerto o salvaje puro.
Y, sin embargo, sigues siendo, hermano,
ojos-acecho al sol del altiplano,
huesos murallas en los tercos Andes,
raíces-pies en la floresta airada,
sobreviviente sangre congregada,
por todo el cuerpo de la Patria Grande.
Pedro Casaldáliga
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